El amor y la ayuda desde el cariño, no es sólo un mensaje que nos lanza el Iphone cada desayuno, comida y cena. Cualquier persona que haya caminado al borde del precipicio con los ojos cerrados, llegando a caer hasta lo más hondo de la decadencia humana, identifica el amor verdadero de un familiar arribando al rescate. Solidaridad y honor, restando indiferencia y sumando consciencia de clan. Cuando más me hizo falta, y sin pasarme factura alguna, mi madre y mi mujer, me acompañaron cuando la Santa Muerte medió para llevarme al paraíso de la oscuridad, hasta que con la fuerza que solo puede dar una madre o una mujer y compañera de viaje, madre de tus hijos otorga, logre revivir y volver a ver el sol. Desde ese día, no hay más días sin vivir mi realidad por jodida que sea, y así aprendí a vivir, siempre rodeado de las personas que lo dieron todo por mí en los momentos más intempestivos y fríos.
Gracias Mamá, Gracias Mari.